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Nuevas recomendaciones desde Sanidad sobre el consumo de peces

La Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ha modificado y actualizado las recomendaciones sobre el consumo de pescado que hasta hace poco estaban vigentes. La razón la encontramos en la presencia de mercurio en determinadas especies de peces que pueden resultar perjudiciales en determinados grupos poblacionales.

La AESAN, dependiente del Ministerio de Sanidad, modifica sus recomendaciones vigentes hasta la fecha ante la presencia de mercurio. Este metal puede resultar nocivo para aquellas mujeres embarazadas, que estén buscando el embarazo o que se encuentren en periodo de lactancia. Así mismo, niños hasta los 14 años deben moderar el consumo de las especies susceptibles a tener un alto contenido en mercurio.

La concentración de mercurio en determinados peces se encuentra íntimamente ligada con la posición de estos en la cadena trófica. Son los peces más longevos y con una posición más alta en la cadena trófica, es decir, los peces depredadores los que mayores concentraciones de mercurio han demostrado tener en su organismo. Entre ellos están el pez espada, el atún rojo, el tiburón (cazón, marrajo, pintarroja…) o el lucio.

Con el fin de evitar el efecto nocivo de este elemento se recomienda que las embarazadas o las mujeres en periodo de lactancia eviten completamente el consumo de cualquiera de estos peces, así como los niños con edades inferiores a los diez años. Por su parte, lo jóvenes con edades entre 10 y 14 años pueden tomar hasta 120 gramos de estos peces al mes.

En cuanto al atún en lata o el salmón no existe ese problema y su consumo no está sometido a estas recomendaciones. El resto de especies piscícolas con contenidos medios o bajos de mercurio como el bacalao, el boquerón, el lenguado la dorada, el jurel…, pueden ser tomadas hasta cuatro veces por semana por los grupos vulnerables, procurando siempre alternar pescados blancos con azules.

El mercurio puede llegar a ser altamente tóxico para el sistema nervioso central, afectando al desarrollo de éste durante el periodo embrionario o del desarrollo. Además, es capaz de presentarse también en la leche materna y por ello la lactancia supone también un momento de sumo cuidado para lo más pequeños.