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¿Cómo sobrevivir al mareo de las atracciones de feria?

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Aunque es más frecuente en niños, el mareo que se experimenta al viajar o en las atracciones de feria recibe el nombre de cinetosis. En los casos más leves se caracteriza por náuseas y sudores fríos, pero en algunos casos puede llevar al vómito.

La razón de estos mareos tiene que ver con el desarrollo y la evolución de nuestra especie. Preparados para caminar y correr sobre nuestras dos piernas, los vehículos y medios de transporte, así como los “cacharritos de feria” alteran nuestro sistema que informa sobre la posición y el movimiento. Cuando falla la comunicación entre ambos mecanismos, se produce la sensación de mareo.

Percibimos nuestro entorno y nuestra posición gracias a nuestro sistema visual, el sistema auditivo y el sistema musculo-esquelético, de forma global. Cuando estamos quietos, los tres sistemas perciben esta falta de movimiento. El líquido que existe en el oído interno, y que detecta el movimiento, no percibe vibración o alteración alguna e informa de la falta de movimiento. Este hecho se corrobora con los otros dos sistemas.

Sin embargo, cuando vamos en coche o estamos en alguna de las atracciones que estas noches llenan nuestro recinto ferial, la vista y el sistema muscular permanecen quietos mientras que el líquido que en nuestro oído existe si detecta movimiento. Esto, ocasiona el conflicto y lleva a un estado fisiológico alterado que puede terminar en el vómito.

Existen factores que condicionan que se manifieste la cinetosis o no. Es más frecuente en los menores de 12 años, dada la inmadurez del sistema nervioso. Pasada esta edad, depende la sensibilidad de cada individuo y lo habituado que éste a los desplazamientos en coche o tren, o a montar en atracciones.

¿Por qué no mareo conduciendo?

Es menos frecuente que quien dirige el coche sufra cinetosis, pues se adelanta mentalmente al movimiento que el vehículo va a realizar.

Cuando un conductor de coche o autobús sufre mareo, posiblemente sea la manifestación de un problema subyacente como alguna enfermedad cardiovascular o alguna alteración neuronal.

No ocurre lo mismo con quien maneja un barco o un avión. La predicción del movimiento en estos vehículos es más compleja, que sumada a las posibles turbulencias o alteraciones marinas hacen que, aun llevando el timón, puede aparecer la sensación de mareo.