Aunque se detectó su presencia en el año 2015, no fue hasta un año después, en el 2016, cuando grandes cantidades de la misma arribaron en nuestras costas y en la de la vecina Tarifa.

Esta explosión en su crecimiento se cree que es consecuencia del aumento de las temperaturas de las aguas en el Estrecho de Gibraltar.

Rugulopteryx okamurae es capaz de crecer sobre sustratos duros, de forma rápida. Las consecuencias de su desmesurado crecimiento es el desplazamiento de las especies autóctonas, que sirven de alimento y hogar para otras especies de peces, artrópodos o moluscos.

Por otro lado, las enormes cantidades de esta alga que se recogen en las costas alteran el equilibrio costero que en las playas se da.

Las consecuencias no solo se dejan notar en la fauna y la flora marina, también produce impactos económicos. Uno de los sectores que más pérdidas experimenta son los pescadores, que ven como el alga se enreda en sus redes de pesca y disminuyen las capturas. En otras zonas, especialmente de la costa gaditana, el sector turístico teme perder afluencia ante el estado de las playas. Playas que deben ser limpiadas casi a diario, lo que eleva los costes del mantenimiento de éstas para los ayuntamientos.

El porqué está esta alga en nuestras aguas es aún un misterio. Algunas teorías postulan que pudo venir desde Asia hasta Algeciras en algún barco, bien en sus aguas de lastres, bien fijada a la estructura del barco.

Desde la Universidad de Sevilla se están llevando a cabo números estudios con el fin de evitar un desastre ecológico y económico, y para ello se quiere estudiar la biología y ecología completa de esta especie.