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El 8 de marzo se celebrea el 'Día Internacional de la Mujer'.

Feminismo para hoy, 8 de marzo; feminismo para cada día

Feminismo para hoy, 8 de marzo; feminismo para cada día

La pandemia del COVID-19 ha evidenciado, una vez más, que la mujer no es escuchada, que la igualdad no existe. El feminismo es reivindicar un trato justamente igualitario. Una lucha de la que las mujeres sabemos desde el día en que nacemos. Y que llevamos a la práctica no solo hoy, sino cada uno de nuestros días.

La necesidad de que exista una conciliación real y efectiva entre el trabajo y la vida familiar -incluyendo la crianza-; la ‘doble presencia’ en el teletrabajo; los permisos de maternidad acordes a las necesidades de un recién nacido y de un puerperio; el techo de cristal; los insultos y vejaciones en la gala de los Goya, en la calle cada día; el paternalismo; la barrera de entrada (aún en el año 2021) en muchas profesiones; la posibilidad de decidir si pintarme los labios de rojo, dejarme las canas sin teñir, tener pelos en las piernas, enfundarme en un palabra de honor ajustado, llevar tacones o no llevarlos, sin que se nos juzgue, sin que se nos catalogue; los prejuicios y las limitaciones.

Y seguiríamos... La lista de 'asignaturas pendientes' en el feminismo es amplia. Porque el feminismo es reclamar que las mujeres tengamos los mismos derechos que ya tienen adheridos a su nacimiento los hombres; el feminismo es un movimiento social que demanda que las capacidades de las mujeres sean valoradas como ya se valoran, simplemente por ser hombres, las de ellos.

Por ello el feminismo es la búsqueda de una igualdad, una igualdad empática, que analiza el punto de partida y no convierta el mundo en una guerra de sexos dando a ambos lo mismo; sino que de a cada uno lo que necesita para poder llegar al mismo sitio, para que en los resultados esté la igualdad, para que en las consideraciones y el respeto hayamos recibido y podamos vivir bajo la premisa de la igualdad.

Hoy 8 de marzo se celebra el ‘Día Internacional de la Mujer’, una jornada imprescindible para colocar en la agenda una realidad que es característica de cada día, y es que las mujeres aún no gozamos de esa igualdad que es justo exigir. 

Historia del feminismo

En 1919, una multitud de personas procedentes de 17 países se reunieron en Copenhague (Dinamarca) en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas para luchar por el sufragio femenino universal. Se habla del inicio en Europa de la celebración de esta jornada, pues fue en ese escenario donde la activista alemana Clara Zetkin proclamó la creación de un Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo. Pero en el siglo anterior, en 1848 ya Estados Unidos era escenario de esa lucha. Fue en ese año cuando las norteamericanas Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott concentraron a centenares de personas en la que se convirtió en la primera convención nacional de mujeres en Nueva York ante la prohibición que impedía hablar a las mujeres en un evento contra la esclavitud.

Apenas nueve años después, otro hito importante llegó de la mano de la huelga de trabajadoras textiles en Nueva York el 8 de marzo de 1857, en protesta por las duras condiciones y la explotación laboral. Años más tarde, en 1911, precisamente por esas malas condiciones en el trabajo y en la seguridad de la empresa, murieron más de cien trabajadoras tras incendiarse la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York. 

A nivel institucional, el 8 de marzo fue declarado como el Día Internacional de la Mujer por las Naciones Unidas en el año 1975 y dos años después, en 1977, la Asamblea General lo proclamó como el Día de las Naciones Unidas para los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional.

Años y años de luchas en los que se han logrado avances. Pero en donde queda un larguísimo camino por recorrer, como no es ha evidenciado, otra vez más, este 2020 de pandemia, en el que las mujeres hemos sido olvidadas; en donde nuestros derechos no han sido respetados.

El feminismo no es dejar de ser “femeninas” (ni tampoco no querer serlo) sino que la desigualdad llega en que cuando a los niños, con 7 años, se les invita a que jueguen a ser bomberos o a enfrentarse a dragones y monstruos, a las niñas se las sexualiza animándose a que se pinten los labios y las uñas. El femenismo no es apartar de nuestra vida a los hombres, a los que amamos como padres, como hijos, como parejas, como amigos, sino apartar de nuestra vida los micromachismos que están presente en cada uno de nuestros días y darles paso en nuestra lucha también a ellos, porque sabemos que hay hombres maravillosos y concienciados que creen y practican la igualdad.

El feminismo no es potenciar una competición entre nosotras, sino al contrario, es querer formar parte de redes de mujeres trabajadoras, en las que compartamos experiencias, creemos sinergias, nos apoyemos y creamos y creemos en tribu. Redes que además nos abren la mente, porque el feminismo no son extremismos, radicalismos y pensamientos inamovibles; al contrario, es movimiento, es lucha, es reivindicación, es avance. Y por ese avance, por esa necesidad de que avancemos por la igualdad es por lo que luchamos. No hoy en las calles, a las que no saldremos porque tenemos memoria y tenemos coherencia, sino desde nuestras ventanas, desde nuestras casas. Como hecho durante toda la pandemia, durante toda nuestra vida. Porque la lucha por la igualdad, por el feminismo, viene intrínseca en nosotras, y ejercemos el feminismo no solo hoy, 8 de marzo, sino cada uno de nuestros días desde que otra mujer, tan poderosa como nosotras, nos parió.  

Feminismo para hoy, 8 de marzo; feminismo para cada día