BESOS QRÓNICOS
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CIENCIA QRÓNICA

Filematología, la ciencia detrás de los besos

Filematología, la ciencia detrás de los besos

De todos los animales que componen el inmenso reino animal, solo algunos primates como los chimpancés, los bonobos y los humanos se besan. La filematología es la rama de la ciencia que se encarga de estudiar el extraño fenómeno del beso.

Cada vez que damos un beso cinco de los doce nervios craneales se ven involucrados. Las terminaciones nerviosas de estos nervios vuelven a los labios sensibles, y mandan así señales hacia la corteza cerebral donde se liberan neurotransmisores como la dopamina, las endorfinas y la feniletilamina. De estas tres sustancias químicas, la dopamina tiene un papel protagonista pues es la responsable de los sentimientos de placer que aparecen tras un beso apasionado. Acompañando a estos sentimientos de euforia, los vasos sanguíneos se alteran, dilatándose y conduciendo más sangre que provoca que las mejillas se sonrojen.

Toda la actividad que se realiza durante un beso ha podido cuantificarse, y se ha estimado que besar puede llegar a quemar de 2 a 3 calorías por minuto.

En cuanto al porqué, no se tiene aún una idea clara y contundente que explique porque nuestros antepasados primates  juntaron sus labios por primera vez. Sí que se tiene claro que no en todos los primates significa lo mismo; en los chimpancés, por ejemplo,  forma parte de un ritual de reconciliación tras una disputa. En la especia humana no es una costumbre extendida completamente, solo el 46% de las diferentes culturas y sociedades practican el beso como acto de romanticismo.

Una de las ideas que más peso tiene es aquella que afirma que gracias a la acción de besar  el hombre, cuya saliva está cargada de testosterona, transmite cierta cantidad de esta hormona a la mujer con el fin de despertar el apetito sexual de ésta.  El hombre también realiza sus análisis, y mediante el beso se cree que puede conocer los niveles de estrógenos femeninos y hacer una idea del grado de fertilidad de ella.

Los seres humanos tienen un olfato terrible, mientras otros animales son capaces de identificar y escoger  a sus posibles parejas por el olor corporal que dejan o el olor de la orina, los humanos deben tener a su potencial pareja a corta distancia. El beso justifica el acercamiento para poder oler las feromonas que se emiten a través del sudor. Además,  parece suplir la carencia olfativa, permitiendo a la mujer conocer y evaluar el estado del sistema inmune y la carga genética del hombre por medio de la saliva.

La atracción sexual por alguien con un sistema inmune y unos genes diferentes permiten que la posible descendencia sea más variable. La variabilidad permite la mejor adaptabilidad al medio, así como una mejor respuesta ante diferentes infecciones.

El beso permite activar tres sistemas diferentes tanto en él como en ella. Permite incitar al deseo sexual, conocer al estado de la pareja y, gracias a la oxitocina, crear un vínculo entre ambos miembros de la pareja.

Filematología, la ciencia detrás de los besos