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El horror subversivo de Clive Barker

El horror subversivo de Clive Barker
Para este veterano escritor de 67 años, «el género del terror corta la realidad en pedacitos y le pide al lector que vuelva a reconstruirla».

Stephen King le calificó de «nueva promesa del terror» después de que, a mediados de los 80, despuntara con su inquietante antología de relatos cortos, en los que confluían el horror y el erotismo como propio reflejo de una concepción mucho más liberal de la sexualidad. Aquellos singulares compendios del pavor marchaban como alegatos reivindicativos en consonancia con las recientes declaraciones del autor, quien se había presentado abiertamente como homosexual frente a la prensa. De este modo, la selecta colección de Libros de Sangre (1984) se constituyó rápidamente como la piedra angular de la trayectoria literaria de Clive Barker, prolífico autor que para entonces ya había triunfado como dramaturgo y director de pequeñas piezas audiovisuales de corte vanguardista. Sus referentes van desde Edgar Allan Poe y William Burroughs hasta los artistas H.R. Giger y Jean Cocteau y su mirada siempre está puesta en conjugar la experimentación con las sensaciones más intensas. Fue esta imaginativa mente y su pasión por explorar todos los ámbitos posibles del proceso creativo que, durante la adolescencia en su Liverpool natal, se volcó de lleno en el estudio de mitología, literatura, filosofía así como otra gran diversidad de campos. Este ingente bagaje cultural constituiría la imprescindible base sobre la que Barker erigiría posteriormente la mayoría de sus obras. Así, tras obtener su título en filología inglesa, se concentró por completo en la producción literaria, de la que saldrían grandes y controvertidos éxitos como Hellraiser (1986). Dicha novela destacaría por funcionar como una exploración metafórica del placer y las perjudiciales consecuencias que puede traer el buscarlo a cualquier precio. 

 

Las numerosas ventas cosechadas por el título, en connivencia con la formación interdisciplinar del autor le permitieron rodar apenas un año más tarde la adaptación fílmica de esta obra, la cual se ganaría rápidamente la etiqueta de cinta de culto. Con muy poca diferencia publicaría también Cabal (1988), una singular mezcolanza entre relato de ficción y esbozo biográfico donde se narra la historia de Aaron Boone, un joven estadounidense que cree en la existencia de una ciudad mítica habitada por extraños seres llamada Midian y a la cual él pertenece. Para su escritura, el británico se inspiró en las presiones y escasa aceptación de la que gozaba la comunidad LGTB en décadas pasadas y, nuevamente su positiva recepción se tradujo en un nuevo film cuya realización corrió a cargo de él mismo. Tiempo después se adentraría en otros proyectos vinculados al género de fantasía, como las sagas novelas de Imajica (1991) o Abarat (2002-2011). El mérito de Barker por tanto ya no sólo se limita al ámbito de la originalidad literaria –por la cual ha sido galardonado con premios como el World Fantasy Award o el Gigamesh de Narrativa Fantástica–, sino a su genio poliédrico y a una intensa labor inclusiva en lo que a los colectivos sexuales más discriminados se refiere. 

El horror subversivo de Clive Barker