Igualdad de género hoy para un mañana sostenible

Igualdad de género hoy para un mañana sostenible

El presente y el futuro de todos los que habitamos nuestro planeta es una idea, un concepto muchas veces tan abstracto y lejano que no sabemos abarcarlo. Sin embargo, cada acción que tomamos tiene consecuencias. Cada euro que gastamos puede ser una declaración de activismo y cada palabra que decimos marcar una guía a seguir para quien escucha. Uno de esos grandes conceptos es el desarrollo sostenible y el papel que la mujer desempeña en él.

¿Qué es el desarrollo? Para un ser humano, es progresar para alcanzar la plenitud de sus posibilidades. Cuando una persona no vive en condiciones que garanticen la salud y el bienestar, se impide su desarrollo y se limita nuestra capacidad evolutiva como especie. En el mundo, 15 millones de niñas nunca tendrán la oportunidad de aprender a leer y escribir, 5 millones más que en el caso de los varones.

Cuando nos centramos en el desarrollo sostenible, hablamos de economía y progreso, pero también protección, igualdad y de la sociedad que deseamos para las futuras generaciones. Las mujeres desempeñan un papel fundamental en la gestión, conservación, explotación y aprovechamiento de los recursos naturales, tanto como productoras y consumidoras como educadoras, a pesar de contar con serias limitaciones para su acceso y control.

Incluso, si buscamos el origen de la propia expresión “desarrollo sostenible”, la figura que encontramos es Gro Harlem Brundtland, tres veces Primera Ministra de Noruega, Directora General de la Organización Mundial de la Salud y Enviada Especial para el Cambio Climático del Secretario General de la Naciones Unidas. Harlem encabezó la Comisión de Expertos que publicó, en 1987, el informe “Nuestro Futuro Común de las Naciones Unidas”, donde se establece el concepto de desarrollo sostenible como aquel que “satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones”.

Agenda 2030 y los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible

La declaración de la ONU de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han puesto sobre la mesa de forma oficial el papel protagonista que tienen las mujeres en la gestión ambiental, en la producción de alimentos y en la acción social, incluso teniendo en cuenta la desigualdad de género actual. El propio organismo internacional señala el papel clave del empoderamiento femenino a través de todos los ODS para lograr su realización.

 

El organismo de la ONU MUJERES desarrolló el informe “Transformar las promesas en acción: la igualdad de género en la Agenda 2030” donde deja clara la importancia de la igualdad de género que subyace en cada uno de los objetivos y cómo afecta a las mujeres y niñas del mundo. Un ejemplo es el dato de que, en la actualidad, hay el doble de mujeres que hombres sin ingresos propios, muchas dedicadas al cuidado de los demás o al autoabastecimiento diario de su familia (acarreo de agua, leña, alimentación), que no les permite pensar en un futuro más allá del día siguiente. Asimismo, las que ocupan puestos de trabajo remunerados relacionados con la alimentación ganan un 38% menos que los hombres a pesar de tener jornadas laborales más amplias. Un análisis de la consultora GenÉthico, especializada en empresas responsables, asegura que “todos los ODS promueven garantizar los derechos de las mujeres y las niñas. Esto supondrá la única ruta para conseguir justicia y que, por tanto, las economías beneficien a todas las personas”.

 

Pero la igualdad y la sostenibilidad no se aplica solo a países en desarrollo. En este sentido, un estudio de la ONG Catalyst revela que las empresas con más mujeres en sus comités de dirección superan en tres indicadores financieros a aquellas que tienen menos, consiguiendo un 53% más de rendimiento sobre el capital propio, un retorno sobre las ventas un 42% más alto y una rentabilidad para accionistas y acreedores un 66% más elevada. Según Catalyst, esto indica que las organizaciones que más promueven la diversidad de género en su dirección “se comportan, generalmente, de forma más ética y responsable también en otras dimensiones, y ese comportamiento tiene un impacto en el rendimiento y en la estabilidad del negocio”.

Ser sostenible para ser rentable

No cabe duda de que nuestro bienestar y prosperidad pasan por una economía fuerte, pero los recursos de nuestro planeta son limitados y el modelo de explotación que estamos utilizando da lugar a mayores desigualdades, cambio climático y grandes desplazamientos de población. La mayor dificultad para entender la necesidad del desarrollo sostenible es que el sistema de valoración actual de la riqueza de un país se basa en el PIB, que solo evalúa las importaciones y exportaciones de un país. Como advierten desde GenÉthico, no se valora “la calidad de vida de sus habitantes, la complejidad de los procesos productivos, las relaciones sociales ni lo que es esencial para la vida humana y la sostenibilidad ambiental”.

 

Según Diego Isabel de la Moneda, cofundador y director del Fo­ro NESI de Nueva Economía e In­novación Social, “el objetivo 2030 es lograr que la única forma de ser rentable sea ser sostenible. En ese cambio de para­digma está la clave del éxito de la aportación de las empresas al cumplimiento de los retos planteados por ONU en su Agenda 2030”.

 

Por su parte, sin acciones públicas, políticas y programas que combatan la desigualdad y la discriminación teniendo en cuenta las necesidades de las mujeres actuales y de las generaciones futuras, ningún tipo de desarrollo será posible. Muchas empresas lo han entendido, al menos, desde el punto de vista de las mujeres como 50% de sus potenciales consumidoras. Pero más allá del papel de productoras y público objetivo, es necesario integrar a las mujeres en el diseño y la aplicación de estas acciones y programas, no solo por la aportación que supone su conocimiento en los distintos campos, sino porque su implicación real en el resultado también favorecerá el interés en sectores claves tradicionalmente masculinos, como pueden ser las financias éticas, la arquitectura ecoeficiente, la ciencia y la tecnología.

 

Grandes ideas, pequeños compromisos

Lograr la igualdad entre las personas, proteger el planeta y asegurar la prosperidad son parte integrante de la nueva agenda de desarrollo sostenible. La dificultad de medir, aplicar y exigir cuentas sobre estos grandes objetivos es la falta de estándares internacionales fuertes, aceptados por todos y con consecuencias reales en caso de incumplimiento. Los diferentes puntos de partida de cada país necesitan procesos de desarrollo y adaptación diferentes y, aunque los 17 ODS de la ONU proponen un marco internacional para la sociedad que queremos alcanzar, no van al ritmo necesario para cumplirlo en el siglo XXI.

 

Eugenia Bieto, directora de Esade Women Initiative, resalta la importancia del quinto ODS, que es la igualdad de género y el empodera­miento de la mujer en el mundo. “Conseguirlo no solo es cuestión de justicia social sino que también es fundamental para mejo­rar la competitividad, la innovación y la creatividad”, afirma. Las empresas que impulsan la igualdad de género tie­nen, además, culturas más amiga­bles, asegura Bieto. “Hay que tener en cuenta que una mayor presencia de mujeres aporta mayor diversidad de pensamientos. Suponen el 50% de la po­blación y, por tanto, también la mi­tad del poder en las decisiones de compra por lo menos”. Bieto advierte, sin embargo, que el ries­go de incumplimiento amenaza a casi todos los ODS y que los avances en igualdad de género no van a la velocidad necesaria. “Para lograr una igualdad al 100% con los hombres, una mujer que nazca hoy, al ritmo actual, necesitaría doscien­tos años”.

 

Exigir el compromiso y cumplimiento con los objetivos de aquí a 2030, pese a que las fechas se van posponiendo cada vez más, exige un cambio de concienciación a todos los niveles. Las cifras, sin embargo, son desalentadoras. El Consejo Empresarial Español para el Desarrollo Sostenible es un órgano consultivo formado por los presidentes y CEOs de 40 de las principales empresas españolas, pero solo 8 de ellos son mujeres. Solo 5 de las 50 universidades de titularidad pública española tienen mujeres rectoras, solo un 22% de los catedráticos y el 28% de los altos cargos de la Administración en España son mujeres.

Líderes femeninas para el cambio

¿Qué pasa cuando las mujeres están al frente? Según Carmen Angulo, expresidente de Unicef, el informe de la ONU “Behind every Global Goal: Women leading the world to 2030” apunta a que las organizaciones con una mayor presencia de mujeres en sus comités de dirección “priorizan las cuestiones medioambientales y son más propensas a integrar un sistema de gestión de impactos sociales y riesgos del cambio climático en los modelos de negocio” a través del desarrollo de productos sostenibles o la integración de energías renovables. Además, estas compañías suelen medir con mayor frecuencia sus emisiones de carbono e implementar programas con proveedores para reducir la huella de carbono en la cadena de suministro.

 

El factor diferenciador podemos intuirlo en una investigación impulsada por la Rockefeller Foundation, que señala que la principal motivación de las mujeres en puestos de liderazgo es, además de conseguir buenos resultados financieros, lograr un impacto positivo en el entorno. “En comparación con sus homólogos hombres, las mujeres CEO están más motivadas por el trabajo en equipo que por el estatus de poder”. Por este motivo, más de dos tercios de las directoras ejecutivas entrevistadas para el estudio admitieron estar motivadas por un “sentido de propósito y el convencimiento de que su compañía podía tener un impacto positivo en la comunidad, sus empleados y, en general, en el resto del mundo”. Así, vemos que las mujeres dejan de ser exclusivamente beneficiarias del cumplimiento de los ODS para convertirse en líderes del progreso.

 


 

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