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Lovecraft: entre el terror y la melancolía

La vida de Lovecraft, al igual que la de muchos otros autores de su género, estuvo marcada por un sinfín de tragedias y hechos desafortunados.

Howard Phillip Lovecraft nació un 20 de agosto de 1890 en la ciudad de Providence, Nueva Inglaterra. Las experiencias vividas por el escritor en su infancia fueron determinantes para poder entender la posterior configuración de su amor por la soledad y baja autoestima.


Una histriónica madre, incapaz de superar la muerte de su marido y el súbito fallecimiento de su abuelo –lo más parecido a un padre y mentor que tuvo en vida el autor norteamericano– fueron dos de los hechos más destacados que acabarían por moldear su taciturna personalidad, haciéndole entrar en contacto con la faceta más oscura de la condición humana.


La débil salud que le caracterizó durante toda su vida fue otro gran condicionante y, en este caso, le impidió tener una educación como la de los demás niños.
No obstante, la naturaleza curiosa y vocación por el aprendizaje de las que hacía gala le permitieron seguir una intensa formación autodidacta.
De entre sus grandes pasiones por aquellos años se contaban las ciencias y, en particular, la astronomía, cuestión a la que dedicaría sus primeras publicaciones en prensa allá por 1906.


Paralelamente, habría cultivado el terror gótico en relatos de ficción. La Bestia en la Cueva (1905) o El Alquimista (1908) son algunos de los ejemplos más destacados.

Poco tiempo más tarde y tras verse truncados sus planes de asistir a la Universidad de Brownen al finalizar secundaria, malviviría durante algún tiempo hasta su fortuito encuentro con Edward Daas, director de la Asociación Unificada de Editores Amateurs –UAPA por sus siglas en inglés–, invitando a Lovecraft a formar parte de ella.

 

En esta época, el de Providence regresó a la ficción con obras como La tumba y Dagon, ambas de 1917.
 

Año más tarde, conocería en un congreso de periodismo en Boston a quien sería su futura esposa: Sofia Haft Green.

Sin embargo, como consecuencia del complejo carácter de Lovecraft, la pareja se separaría prematuramente para acabar divorciándose finalmente en 1929.
Tras esto, el autor regresaría Providence donde tendría lugar su período de mayor esplendor autoral.

Realizaría viajes por toda la costa este estadounidense y escribiría sus relatos más importantes como En las montañas de la locura (1931).
Se había hecho un pequeño hueco como escritor de terror dentro del panorama literario, lo que le permitió apadrinar a una gran cantidad de jóvenes escritores como August Derleth o Robert Bloch.
No obstante, tuvo poco tiempo de deleitarse con los placeres de la fama, pues pronto fue presa de un agresivo cáncer intestinal que comenzó a mermar sus fuerzas.
Fue ingresado en 1937 en el Hospital Jane Brown para, finalmente, fallecer cinco días más tarde a la edad de 46 años.

De no haber sido por los titánicos esfuerzos de sus amigos más íntimos, la fragmentada obra de H.P. Lovecraft se habría perdido por completo y el mundo de la literatura habría quedado sin conocer a uno de los más grandes escritores de terror contemporáneos, cuya influencia ejerció una importancia indiscutible en numerosos autores de actualidad.