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No puedo con mi vida: el cambio de hora

No puedo con mi vida: el cambio de hora
Hemos estrenado semana con el cambio de hora, una práctica que en la actualidad está sometida a debate. Aún acostumbrados a hacerla desde hace años muchos desconocen los efectos que ésta puede tener sobre el organismo.

Ya hemos podido observar como los largos días de verano han desaparecido y a media tarde, poco después de las seis ya es de noche completamente. Esta situación afecta a nuestro reloj biológico causándonos somnolencia, cansancio o falta de atención, sin embargo, no es un hecho plenamente demostrado.

Incluso en la comunidad científica no hay un solemne acuerdo sobre esta situación. Sí se tiene esclarecido que son los niños y los ancianos los grupos más vulnerables a este cambio. La rutina de sueño de un bebé es muy frágil y el simple cambio de una hora puede afectarles en mayor medida, tanto es así, que mucho lo comparan con el jet lag que se puede sufrir al cambiar de huso horario.

Al igual que ocurre con la conocida astenia primaveral, muchos y muchas experimentan ahora un trastorno afectivo estacional similar. La clave de todo esto reside en nuestro cerebro, la disminución de las horas de luz resulta en un descenso de los niveles de serotonina, una molécula íntimamente ligada al estado de ánimo. Además, la melatonina, hormona encargada de regular los ciclos de sueño y vigilia también puede verse alterada durante estos primeros días.

No solo el cambio de hora y el mayor periodo de oscuridad, también llegan las primeras lluvias intensas y el frío. Cambios en la presión, la temperatura, la humedad, e incluso, episodios de contaminación más elevados pueden afectar a nuestro estado de salud. aquellas personas “meteorosensibles” experimentan dolores de cabeza, cambios de humor o problemas musculares cuando se produce algún cambio en las condiciones ambientales que les rodean. Se estima que un 30% de la población presenta esta condición.

En el caso que nos preocupa ahora, el cambio de hora, los expertos recomiendan ajustar paulatinamente nuestro ritmo de vida. Cenas y comidas deben hacerse antes. Así, conseguiremos dormir antes y ajustar nuestro horario a las horas de luz disponibles.

No puedo con mi vida: el cambio de hora