La peste bubónica o Peste Negra es una infección producida por la bacteria Yersinia pestis. Esta genera la inflamación de los ganglios afectados, que pasan a llamarse bubones.

Esta enfermedad se propaga principalmente por la picadura de las pulgas, que portan la bacteria al habitar en roedores. También, el contacto con los fluidos del infectado puede propagar la enfermedad.

La Peste Negra fue una pandemia de esta enfermedad que asoló a todo el continente europeo durante el siglo XIV y que fue transmitida -en esa ocasión- por la picadura de las pulgas de roedores. Se cree que su origen se encuentra en la región de Asia Central y de ahí pasó a las costas italianas por el comercio marítimo.

Su fama le merece pues se estima que acabo con las vidas de casi 60 millones de personas en todo el mundo, casi el 20% de la población mundial. Si bien estas cifras nunca serán exactas al no contarse con registros fiable de nacimientos y fallecimientos por esta causa.

El punto máximo de mortalidad a causa de esta enfermedad se dio entre 1346 y 1361, donde se cree que casi un 40% de los europeos pudieron morir a causa de la peste bubónica.

Más allá de la cifra de fallecidos, las repercusiones sociales que esta enfermedad trajo llegaron muy lejos. La comunidad judía fue acusada de ser responsable de esta epidemia, pues se creían responsables del envenenamiento de los pozos del agua de bebida. En consecuencia a esto, se produjo la extinción local de muchas comunidades judías.

Aún con los cuerpos encontrados, se cree que nuestra ciudad no sufrió como en el resto del continente, como se recoge en los libros de los Hospitales de la Santa y Real Casa de la Misericordia y los de Defunciones de la entonces parroquia única del Sagrario de Nuestra Señora de África.