san juan
Noche de San Juan, noche de rituales.

Querida noche de San Juan, llévate lo malo, los grupos burbujas y las mascarillas

Querida noche de San Juan, llévate lo malo, los grupos burbujas y las mascarillas

Nos acercamos a la noche más mágica del año, la que deja atrás el 23 de junio para adentrarse en el festivo día 24. Querida noche de San Juan, llévate lo malo y déjanos lo bueno, que ya estamos listos para rituales, preparados para disfrutar del verano. 

No hay noche más mágica -por vacía que suene ya la palabra ‘mágica’- que la noche de San Juan. Este año aún no podremos hacer la hoguera de mascarillas. Aún debemos esperar un par de días para quitárnosla en espacios abiertos -el día 26 previsiblemente- y guardando la debida distancia social. Y mucho más, suponemos, para quemarlas y erradicarlas hasta la próxima pandemia, para abrazarnos sin miedo.

Las hogueras de esta noche de San Juan aún están limitadas, con prohibiciones de acceso a las playas, con limitaciones en los actos, con la necesaria prudencia de estar aún, aunque ya en los últimos cursos, de pandemia global.

Quien sí está literalmente en sus últimos días de clase son los niños y las niñas, esos y esas valientes que afrontaron el curso hace diez meses con menos miedo que sus padres y, en muchas ocasiones, también con más responsabilidad y civismo que ellos. Esos pequeños y pequeñas que después de estar encerrados en casa sin recibir muchas explicaciones y sin poder jugar con sus amigos, sin ir a parques con columpios, sin ver a los abuelos y a los 'colegas', se subieron a un curso marcado por la incertidumbre, los grupos ‘burbujas’, el frío de las aulas de ventanas abiertas y las mascarillas hasta para jugar al ‘pilla pilla’. Y finalizan el curso con las mismas mascarillas, hablando de gérmenes y limpieza de manos como profesionales y habiéndonos dado a los adultos toda una lección.

Estos días se suceden esas orlas sin padres y esos adiós con el codo a los amigos y, no lo duden, se merecen un verano de película. No de ver películas en el sofá, sino de ser los protagonistas de esas películas que se montan. De campo y playa y de jugar hasta caer rendidos y dormirse en el coche de vuelta aunque haya que acostarlos sin bañar.

Querida noche de San Juan, llévate el miedo y las mascarillas, la incertidumbre y la crisis económica y emocional -los españoles se encuentran de entre los europeos, como los más afectados psicológicamente por la pandemia- en la que  el COVID-19 nos ha dejado. Y tráenos recuperación y normalidad, porque sí algo nos ha enseñado este raro tiempo es, precisamente, a valorar la normalidad, la cotidianidad de poder llegar a casa a la hora que queramos, de poder besarnos y achucharnos como latinos que somos, de poder juntarnos diez en un bar y compartir patatas y cervezas de la misma botella y del mismo plato.  

Cierto que esas noches de San Juan en las que quemábamos los apuntes en la playa y bebíamos y reíamos como si fuera la última noche de nuestras vidas, en una prodigiosa exaltación de la amistad, no volverán. No volverán esos San Juan de la adolescencia, tan fugaces, tan bellos. Al menos para algunos; otros, en su apogeo juvenil, están inmersos en esos san juanes con hora de llegada pero sin freno a sus sueños.

Pero para los que la juventud ya dio paso, hace tiempo, a una madurez más serena, los rituales de saltar hogueras y darse un baño en el mar a la luz de la luna, puede devenir en quemar con un mechero en casa esos malos momentos y esos miedos que nos dejó el último invierno, respirar a la luz de la luna en el silencio de una casa de niños ya dormidos (bendito silencio tan valorable como la mejor de las borracheras) y lavarnos al amanecer el rostro con el agua bendecida por la noche y la luna de San Juan. Que sí, que nadie es supersticioso, pero si alguna posibilidad hay de que, querido San Juan, te lleves esta noche lo malo y nos dejes solo lo bueno, bienvenida sea.

San Juan es, efectivamente, mágico. Fechas de nacimientos y muertes. De decir adiós y de dar la bienvenida a nuevas etapas. Sinceramente siempre me encantó San Juan, el día más icónico (quizás por eso me casé un día de San Juan). San Juan es, por vacía ya decíamos, que suene la palabra, una noche mágica. Porque tiene en su interior esa fuerza poderosa de la juventud, que lo da todo y lo idealiza todo, que se entrega con pasión y sin miedo como nos han demostrado nuestros adolescentes que afrontan la vida. La noche de San Juan nos anticipa el verano, esa época del año ideal para los amores fugaces que se volvieron eternos y para las noches largas, los baños, los abrazos recuperados, el fuego. Querida noche de San Juan, llévate, efectivamente, lo malo. Que estamos ávidos de cosas buenas. 

Querida noche de San Juan, llévate lo malo, los grupos burbujas y las mascarillas