Viajamos hasta el “triangulo máxico’ de Galicia: moriña y la melancolía como forma de vida

Santiago de Compostela, más que un lugar de peregrinación.

Santiago de Compostela, Lugo y La Coruña forman el ‘triángulo máxico’ de Galicia. Hasta allí viajamos hoy en nuestra propuesta para conocer la belleza de la geografía española.

En nuestra recomendación semanal de lugares por los que perdernos este verano, a lo largo de nuestra maravillosa geografía española, hoy viajamos hasta Galicia, para descubrir lo que se conoce como el ‘triángulo mágico’, el formado por Santiago de Compostela, Lugo y La Coruña.

Tres rincones, distinguidos Patrimonios de la Humanidad por la Unesco, gracias a su casco histórico, en Santiago; a su muralla romana, en Lugo, y a su simbólica torre de Hércules, en La Coruña. Recorremos estas tres ciudades para comprobar que es un destino que merecerá la pena visitar este verano.

 

Santiago de Compostela

Más allá de ser el lugar más simbólico de peregrinación en España, Santiago de Compostela es una ciudad bella en cada uno de sus rincones, llena de historias de superación y de magia. Contemplar el Pórtico de la Gloria, la fachada principal de la catedral de Santiago, es un espectáculo lleno de emoción, especialmente tras largos días de caminata. La impresionante catedral de Santiago, construida entre 1075 y 1211, es una excelente representación de cómo pueden combinarse con gusto estilos como el barroco, el románico y el gótico.

Pero si contemplar su fachada es extenuante, no lo es menos sentirse protagonista de la clásica postal de la ciudad, formar parte de la Plaza del Obradoiro compartiendo estampas con los peregerinos. Pero no solo camino es Santiago. También es dejarse envolver por la Praza da Quintana, adentrarse en la iglesia de San Domingos de Bonaval o descubrir la Galicia original en el Museo do Pobo Galego, donde te recibe una impresionante escalera de caracol.

 

La Coruña

La Coruña contrasta con Santiago, mucho más urbana y cosmopolita, aunque sin perder esa esencia gallega, coqueta y natural al mismo tiempo, de paseos por su calle Real y tiempos que se detienen en la Plaza de María Pita entre cuncas de viño y conversaciones que nunca llegan a conclusiones, sino que se hacen eternas entre divagaciones.

La ciudad es alegre, heredera del mar que la baña por prácticamente todos sus rincones. Y precisamente en uno de esos extremos, la Torre de Hércules, declarada Bien de Interés Cultural en 1931 y monumento Patrimonio de la Humanidad en 2009. Ávido de historias que cuenta mientras mira a los acantilados, es el faro romano más antiguo del mundo y el único que se conserva en servicio. Construida probablemente en la segunda mitad del siglo I, por un arquitecto de Coimbra de nombre Gaio Sevio Lupo, su luz ha sido desde siempre un punto de referencia para los navegantes.

 

Lugo

Sin el bullicio de La Coruña, ni el peregrinaje de Santiago, el ‘triángulo máxico’ lo cierra Lugo, ciudad de la quietud, bella y oscura al mismo tiempo, envuelta por su muralla. Una impresionante construcción del siglo III, con algo más de dos kilómetros de extensión, que convierten a Lugo en una ciudad marcada por el recinto defensivo mejor conservado del mundo romano.

Merecerá la pena además una visita a su catedral, del siglo XII, y de estilo románico; así como acercarse hasta la iglesia de las Agustinas y el Convento de San Domingos; un conjunto arquitectónico del siglo XIV que propone una interesante visita a su interior.

 

Tres ciudades, en definitiva, muy diferentes pero que combinadas te dejan la perfecta imagen del gallego: dulce y 'borde' a la par; arropado por el verde, en constante evolución; con muñeiras y gaitas como banda sonora; con símbolos celtas hasta el exceso; con moriña acumulada como forma de ver la vida. Melancólicos, enamorados, sensibles, fuertes y contradictorios. Arraigados y defensores de su tierra, con un poderoso sentimiento de pertenencia y de familia. Y efectivamente, mágicos, con sus meigas y sus sueños, que a fuerza de soñarlos, suelen convertirlos en realidad.