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¿Un viejo Siglo XXI? Claves para entender la sociedad contemporánea

¿Un viejo Siglo XXI? Claves para entender la sociedad contemporánea
A pesar de su aparente actualidad, la forma en la que vemos el mundo que nos rodea encuentra su antecedente directo en las primeras décadas de 1900. 

Habitualmente, al siglo XX se le asocia el epíteto de «período de transición»: reconfiguración de la situación política, movimientos de vanguardia, manifestaciones contraculturales y otros tantos fenómenos que confluyeron para constituir un legado que nuestra sociedad aún hoy día atesora.

Cabe preguntarse quiénes fueron los que asumieron la responsabilidad de encarnar esta voluntad de cambio que encaminaría a un agotado y viejo mundo hacia su posterior renacimiento.

Es aquí donde entra en juego un panorama intelectual en plena efervescencia, marcado por la necesidad de desarrollar nuevos métodos y técnicas que permitieran plasmar de una forma más contundente el interior del ser humano en correspondencia con los tiempos que se avecinaban.

Bloomsbury: el origen de un proyecto

El Círculo de Bloomsbury –surgido en 1907– abanderaría en Gran Bretaña la difusión de este tipo de pensamiento entroncando directamente con valores progresistas, el secularismo y el feminismo entre otros novedosos planteamientos. 

El grupo es liderado por un gran número de carismáticas personalidades entre las que se contarían el prestigioso economista John Maynard Keynes, el filósofo humanista Bertrand Russell o la escritora Virginia Woolf.

Bloomsbury afrontó los desafíos más importantes de su época desde un prisma interdisciplinar, luchando contra la moral puritana imperante a la vez que armaba a la sociedad británica –y a la europea en general– con los recursos necesarios para asumir los estragos que posteriormente causaría la 2ª Guerra Mundial. 

La sociedad fruto de aquel proceso de reconstrucción sería, a rasgos esenciales, la precursora de la actual.

Los pilares de un mundo nuevo 

Para garantizar la recuperación de las economías de todo el globo tras el enfrentamiento bélico, Keynes teorizó sobre la llamada «tercera vía», política que abogaba por la defensa de lo público sin por ello menoscabar la propiedad privada.

Su gran capacidad y determinación le posibilitó además participar en la creación del actual sistema financiero.

Por otra parte, Bertrand Russell lograría, a través de su labor dentro del campo de las matemáticas, sembrar la semilla para el desarrollo de las primeras inteligencias artificiales –todo ello sin descuidar su faceta como activista contra las guerras y compromiso con los más desfavorecidos–.

Del mismo modo, si hablásemos de Virginia Woolf, probablemente nos estaríamos refiriendo a  una de las figuras más relevantes en lo que a la defensa de los derechos  y libertades de la mujer respecta. De un profundo espíritu crítico, legó grandes obras literarias como La Señora Dalloway (1925) u Orlando (1928) en las que quedarían plasmadas sus subversivos puntos de vista.

El ejemplo que estas tres figuras ofrecen sirve para entender el cómo las buenas ideas, aunque viejas, pueden superar el paso del tiempo con nuevas mentes que las pongan a punto:

Hoy día, modelo económico de Keynes es el predominante en los países con mayores cotas de desarrollo y bienestar; los trabajos de Russell han servido para instruir a generaciones enteras de expertos en robótica y Virginia Woolf es la autora de cabecera de numerosas activistas que abogan por la equidad entre hombres y mujeres.  

Si bien queda un largo camino por recorrer, los peldaños que dispusieron muchos otros antes que nosotros son los que nos siguen permitiendo avanzar hacia un futuro próspero. 

Como dijo Isaac Newton, «hemos visto más lejos porque estamos sobre hombros de gigantes».

 

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