Santiago Pozo: “El ‘flipped learning’ permite individualizar mucho más el aprendizaje y al alumno le quita la carga o el concepto de deberes”

Santiago Pozo: “El ‘flipped learning’ permite individualizar mucho más el aprendizaje y al alumno le quita la carga o el concepto de deberes”

Aprender las oraciones subordinadas en el móvil mientras esperas al autobús, conocer la música, la historia y las matemáticas de la Edad Media en un solo proyecto o dedicar las clases a actividades prácticas son métodos de enseñanza innovadores para los que aprendimos con un libro de texto y un bolígrafo. Santiago Pozo Sánchez (Ceuta, 1991) tenía claro desde era alumno de instituto que su vocación era la enseñanza.

Cuando empezó a dar clases en el colegio Beatriz de Silva se dio cuenta de que los chicos necesitan nuevas formas de aprendizaje para mantener su atención y fomentar la participación, así que recurrió a las nuevas tecnologías. Los blogs, las plataformas digitales, los móviles, la robótica y las redes sociales se convirtieron en herramientas para hacer los deberes y aprender. Los resultados lo llevaron a adentrarse en el campo de la investigación sobre metodologías activas, que son las que hacen que el alumno sea el protagonista del proceso de enseñanza, y la inclusión de la tecnología de la información y comunicación dentro del aula. Gracias a su labor, recientemente la Universidad de Granada le ha concedido el ‘Premio del Consejo Social a la trayectoria de jóvenes investigadores’.

 

Llevas algunos años ya en el terreno de la investigación, ¿cómo ves el panorama en España?

Los informes PISA dicen que estamos a la cola. Las generalidades son problemáticas, pero sí es cierto que hay dos problemas: las instituciones y el ámbito político no ayudan en absoluto al tema de la docencia ni la investigación en España y, por otro lado, el investigador no está valorado lo suficientemente como para que una persona quiera dedicarse exclusivamente a la investigación. Abundamos más los perfiles mixtos de docente e investigador, que compatibilizamos ambas cosas. Es verdad que ese perfil enriquece mucho el ámbito de la educación por un lado y el de la investigación también porque puedes poner en práctica tu investigación y también te das cuenta de cuáles son las lagunas en las que se necesita investigación. Te das cuenta de cuáles son las nuevas demandas del alumnado de hoy en día. Respecto a otros países estamos todavía lejos. En España hay muy buenos investigadores. En el ámbito educativo a lo mejor no se nota tanto la emigración como en el científico, pero el ámbito político debe entender que la investigación es importante y que la innovación es la base del desarrollo de la educación.

 

Un poco de esa revalorización la vemos en que recientemente has recibido el ‘Premio del Consejo Social a la trayectoria de jóvenes investigadores’ de la Universidad de Granada.

Sí, el premio me lo han dado a mí, pero yo formo parte del grupo AREA (Análisis de la Realidad Educativa de la Universidad de Granada), que es el grupo en el que estoy integrado y que me permite seguir investigando y avanzar. Es un premio que crearon casi todas las universidades hace unos 20 años para acercar el ámbito de la investigación y la universidad a la sociedad. El Consejo Social lleva unos 18 años dando este reconocimiento en dos vertientes, una para los investigadores de las ciencias sociales y jurídicas y otra para las ciencias experimentales o puras. Me siento doblemente orgulloso porque es un premio a la investigación, pero es la primera vez que se concede al ámbito de las ciencias de la educación. Parece que la sociedad está valorando la importancia de la investigación en el ámbito educativo.

 

Uno de los métodos innovadores sobre los que más has investigado es el ‘flipped learning’. ¿En qué consiste?

Es un modelo de aprendizaje que iniciaron los profesores norteamericanos Jonathan Bergman y Aarom Sams. Consiste en darle la vuelta a los momentos de aprendizaje o el aprendizaje invertido. Se desempeña en la ‘flipped classroom’ o clase invertida. En la enseñanza tradicional, el profesor da la clase magistral por la mañana, manda deberes y estudiar, los alumnos lo hacen por la tarde y al día siguiente se corrige en la clase y el profesor sigue explicando. El ‘flipped learning’ se fundamenta en darle la vuelta. Se intenta enseñar los contenidos más teóricos fuera del aula y se deja la clase presencial para que el profesor pueda, individualizadamente, corregir o hacer ejercicios y actividades de contenido práctico. La parte más teórica se sustituye por un vídeo, la utilización de una red social o el uso de una herramienta de gestión de contenidos educativos donde se alojan los materiales teóricos, los vídeos y las explicaciones. Así el alumno no lo concibe como los clásicos deberes. Consume el contenido teórico en horario de tarde y en el aula el docente imparte el contenido más práctico. De esta manera, el profesor puede ver las carencias y el desarrollo de cada alumno de forma mucho más significativa e individualizada, mientras que en la enseñanza tradicional el profesor no se paraba a ver en qué estado del proceso de enseñanza se encontraba cada alumno. El ‘flipped learning’ permite individualizar mucho más el aprendizaje y al alumno le quita la carga o el concepto de deberes, porque la tarea es ver un vídeo que he colgado en el perfil de ‘Twitter’ y que en quince minutos explica las oraciones subordinadas sustantivas. Ven el vídeo desde su móvil en cualquier parte y en la clase siguiente se pone en práctica. Así no ven el concepto de deberes. Se dinamiza el aprendizaje y participan mucho más. Por ejemplo, el análisis sintáctico mediante ‘Twitch’ es lo último que hemos estado haciendo.

 

 

¿Es una forma de enseñar aplicable a todo el sistema educativo?

La idea es intentar adaptar la metodología. Yo tengo claro que el ‘flipped learning’ no me valdría para todos los contextos educativos ni para todas las edades. Por ejemplo, una de las investigaciones de mi tesis doctoral fue la implementación del ‘flipped learning’ en el aula de infantil y se sacaron resultados muy pobres en comparación con los alumnos de instituto, porque esas metodologías en alumnos de 3 o 4 años, que siempre van a necesitar el apoyo de la familia, es mucho más difícil de implantar. Las metodologías innovadoras muchas veces se muestran como si fuesen la solución al problema educativo o la panacea pero eso engaña. Simplemente son nuevas metodologías y nuevas perspectivas que se adaptan mucho más al alumnado de hoy en día, pero siempre tenemos que tener en cuenta las características del alumnado al que van dirigidas. Una metodología nunca va a arreglar un problema estructural a nivel educativo.

 

¿Cómo se deben mantener al día los padres con la formación de sus hijos?

Por un lado deben tener la iniciativa de preocuparse por cómo es la educación de sus hijos y entender que la forma con la que ellos estudiaron ha cambiado respecto a las formas que viene ahora. Por otro lado, también es fundamental que intenten desarrollar la autonomía del niños. Los padres y los profesores debemos ser orientadores y estar al lado del alumno, pero debemos guiarlo, no hacerlo por él. Me encuentro continuamente con familias que le hacen los deberes y los trabajos a los hijos y, al final, ocupan un lugar que debe ser para los niños. Les resta autonomía y cuando llegan al instituto se encuentran con mucha dificultades para controlar la frustración y los problemas. No saben reaccionar. Se bloquean y no pueden seguir adelante. Los padres tiene que buscar ese perfil dual de interés por los estudios de sus hijos y por usar esas herramientas tecnológicas, que al no ser nativos digitales muchas veces se atragantan, e intentar dotar de autonomía al niño. es es necesario que sea él quien se sienta protagonista del proceso de aprendizaje, tanto para lo bueno como para lo malo.

 

Y a los alumnos, aparte de la autonomía ¿qué les cuesta más?

El tener sentido de la responsabilidad, que yo creo que está relacionado con la falta de autonomía, con no saber responder ante problemas. Ven una dificultad y se derrumban. No siempre son capaces de mostrar superación, de decir “he visto un problema y a ver cómo lo soluciono” en lugar de pensar que todo les pasa a ellos o que siempre tienen mala suerte. En cuanto a la competencia digital, el telefono móvil y la tablet lo manejan muy bien, son capaces de maquetar un vídeo en cinco minutos y suben contenido a redes, pero les digo que me suban un archivo en pdf o que hagan un encabezado en Word y no saben. No son tan buenos en la ofimática. La utilización del ordenador para crear cualquier trabajo o presentación en powerpoint se les atraganta porque lo relacionan con el ámbito académico mientras que los dispositivos móviles los relacionan con el ocio. Con el ‘flip learning’ acercamos esos dispositivos al ámbito académico, que para ellos es muy enriquecedor y los motiva.

 

La investigación aplicada a la sociedad es la que nos hace avanzar. Si estuvieras a cargo del Ministerio de Educación, ¿qué medidas tomarías primero?

¡Qué difícil! Al profesorado cada dos por tres nos modifican la legislación, pero vemos que las nuevas leyes no van dirigidas a solucionar los fallos estructurales que tiene el ámbito educativo ni en un 1%. La primera medida es darle muchísima más potestad a los profesores. Necesitan que su figura se revalorice porque se ha perdido esa capacidad de ser un elemento importante en la sociedad. Algo parecido pasó con el ámbito sanitario, aunque creo que con la pandemia han recobrado la importancia que tuvieron. Yo creo que el profesorado también lo necesita. Muchas veces es culpa de los mismos profesores porque desafortunadamente en nuestro gremio encontramos profesorado sin vocación, que no valora su trabajo o que no está feliz con su situación y eso desvaloriza el colectivo al completo. Además de revalorizar la figura del profesorado, habría que eliminar la carga burocrática que se le ha aportado. Ahora que estamos a final de curso los docentes estamos más pendientes de la realización de la memoria, de hacer los informes individualizados de cada alumno, de preparar papeleo y documentación. Al final, para lo que estamos aquí, que es para enseñar, ¿qué tiempo nos queda? Esa carga debería eliminarse totalmente de la legislación. Por otro lado, tal vez sea más revolucionario, pero yo eliminaría el el típico currículum que tenemos ahora que compartimenta las materias en lenguas, matemáticas, historia, etcétera. Utilizaría el aprendizaje basado en proyectos. Es un aprendizaje más movible y transversal, que te permite impartir historia, música, lengua y matemáticas a la vez dentro de un mismo proyecto. Una vez que se termina un proyecto pasamos a otro. Eso eliminaría mucho el fracaso escolar porque dejaríamos de cuantificar tanto la educación y la haríamos mucho más cualitativa. Valoraríamos si el alumno ha adquirido un aprendizaje significativo de cada materia más que si ha sacado un 4 o un 10.

 

¿Qué margen tenéis los profesores dentro de la clase para aplicar métodos como ese?

En los centros, al margen del currículum oficial, podemos implementar proyectos propios y lo hacemos. Nos permite coger al departamento de música, el de lengua y el de historia y, a partir de una actividad sobre la historia del canto gregoriano, podemos enseñar una parte de latín, una parte de la música o cualquier aspecto que pueda relacionarse con ese proyecto. Las asignaturas son las que son, pero podemos hacer proyectos como ‘Salúdate’, enfocado a favorecer la vida saludable y cuidar el medio ambiente. De momento ese margen que tenemos los docentes está en la implantación de proyectos dentro del aula.

 

 

 

 

Santiago Pozo: “El ‘flipped learning’ permite individualizar mucho más el aprendizaje y al alumno le quita la carga o el concepto de deberes”