INMIGRACIÓN ILEGAL

España, ese país chipichanga: una invasión en toda regla

España, ese país chipichanga: una invasión en toda regla
Sigue subiendo la cifra de inmigrantes irregulares que han convertido la frontera de nuestro país en un coladero sin fin y sin freno.

La población ceutí tiembla ante lo que está ocurriendo, miles de personas, la mayoría menores, ya recorren la ciudad a su antojo en un claro pulso de Marruecos que, de momento, gana por la incomparecencia y el bajo perfil del Gobierno de la nación ante semejante ataque a nuestro territorio. No olvidemos que somos la frontera sur de España, pero también de Europa. En estos momentos, Europa está siendo invadida en una violación flagrante de cualquier acuerdo entre países.

 

España es, una vez más, el hazmerreír del mundo entero. Ese "buenismo" mal llamado "progresista", contaminado y ultrajado por algún expolítico nefasto para España que ha salido huyendo, nos ha llevado a no respirar delante de nadie para no molestar, a no expresarnos como queremos, a no protestar por nada, a no defendernos, a poner la otra mejilla u otras partes más sensibles del cuerpo si es necesario. En este caso, Marruecos nos ha dicho que miremos a Cuenca y para Cuenca estamos mirando. Solo falta que venga Mohamed VI vestido de cuero negro y nos azote. 

 

Es lo que hay, de nada sirve escribir con tacto, porque sin tacto nos trata el país vecino, que no amigo. De nada sirven las buenas palabras, porque se las comen los que hoy se están riendo de nosotros desde el otro lado de la frontera. De nada sirve protestar en las redes sociales y WhatsApp, porque quien tiene que dar la cara en el mundo real, ese en el que hay un suelo que pisar, ni está, ni se le espera. 

 

En Ceuta, la gente tiene miedo. Miedo a lo que está pasando y miedo a que nuestros dirigentes políticos no estén a la altura. Hemos tenido muy mala suerte, estamos viviendo tiempos muy difíciles, bajo el poder de la peor clase política de la historia. En momentos como este, se echa de menos a gente capaz, valiente, resolutiva y con la fuerza suficiente como para hacer frente a situaciones complicadas, dando esa seguridad a los ciudadanos que, hoy por hoy, escasea terriblemente.

 

Esto es una nueva marcha verde, digan lo que digan, lo llamen como lo llamen. Nos están invadiendo y todavía no he visto un militar saliendo a defender nuestra frontera, nuestro territorio, nuestro país. Imagino a tantos buenos profesionales, esperando a que los activen para dar la cara por España. Lamentablemente, sobre los militares, mandan los políticos y, una vez más, el miedo recorre los cuerpos de los ciudadanos imaginando a ese ministro cobarde llamado Marlaska o a esa Delegada del Gobierno que todavía no ha ejercido de Delegada del Gobierno ni una sola vez.

 

Dicen que es una tragedia para los marroquíes y es cierto que lo es pero, seamos sinceros, ¿dejaríamos nosotros a nuestros hijos pequeños solos en el mar para cruzar al otro lado de la frontera, sabiendo que pueden morir y sin la certeza de que al otro lado van a encontrar ese futuro imaginario cargado de mentiras? ¿es normal que las familias manden a miles de niños pequeños a invadir una ciudad? ¿es este un comportamiento civilizado, o estamos ante una muestra más de que no están por la labor de dejar la Edad Media?

Nos han invadido, sí y lo han hecho en plena pandemia, lo que hace que la situación sea aún más grave, extrema, inconcebible, intolerable. Miles de personas sin control sanitario, sin mascarilla, sin normas que cumplir, recorren ahora nuestra ciudad al libre albedrío. Cuando dentro de un par de semanas tengamos una situación de emergencia por haberse disparado los contagios, le echarán la culpa a los bares y no a la falta de huevos de un Gobierno que nos ha dejado abandonados a nuestra suerte, a nuestra mala suerte. 

 

España, ese país chipichanga: una invasión en toda regla