LITERATURA QRÓNICA

«Las Sinsombrero»: Faltó la mitad…hasta ahora.

«Las Sinsombrero»: Faltó la mitad…hasta ahora.

El descubrimiento de este grupo de artistas obliga a reconsiderar el estudio de la Generación del 27.

La Generación del 27 se constituye no sólo como uno de los movimientos literarios y artísticos más importantes del siglo XX, sino también como una pieza esencial dentro de nuestra inmensa tradición cultural. Figuras tan prestigiosas como García Lorca, Machado o Alberti se suman a la nómina de ese genial grupo de autores que revolucionó el panorama nacional a través de distintos frentes: teatro, poesía, novela, etc.


No obstante, a la orilla de nuestros tiempos apenas ha llegado una visión fragmentada de aquellos quienes, adscritos a la mentada corriente, incursionaron en la vida humanística española: dentro de esta tendencia tan modernizadora existió una faceta femenina, olvidada, pero que contribuyó de igual modo al enriquecimiento de las artes en su acepción más amplia.


Personalidades como la de la filósofa malagueña María Zambrano –una de las alumnas más aventajadas de Ortega y Gasset según las palabras de este último–, la escultora e ilustradora Marga Gil Roësset o la poetisa Ernestina de Champourcin representan sólo una pequeña porción de este otro lado más desconocido de la Generación del 27.


A ellas se las conocería como «las Sinsombrero», nombre que obtendrían tras un pequeño incidente en la Puerta del Sol.


Allí, las pintoras Maruja Malló y Margarita Mansó, acompañadas de Lorca y Salvador Dalí cruzaron la zona sin portar prenda para la cabeza en signo reivindicativo, tratando de ensalzar actitudes como la libertad de pensamiento e ideas. Debido a la transgresión que constituía un gesto como este para la época, el grupo fue apedreado por los transeúntes del lugar.
Este último acto de rebeldía, sedicioso contra cualquier tipo de convencionalismo, encarna a la perfección el espíritu de un colectivo intelectual femenino tan interesante como poco estudiado.

 

Su rango de actuación se extendería desde las artes escénicas, en el que destacarían celebridades tan prominentes como la actriz y escritora Josefina de la Torre hasta el terreno político, donde Mª Teresa León desempeñaría un papel de suma importancia.


Entre sus méritos se contaría, además de la organización del prolífico II Congreso Internacional de Escritores, la autoría de memoriales como como Juego Limpio (1959) o Memorias de Melancolía (1970).


Recayó sobre muchas otras mujeres la responsabilidad de aumentar la ya consolidada fama de las Sinsombrero, pero el estallido de la Guerra Civil y el exilio de gran parte de sus miembros truncó las expectativas futuras del grupo.


Con la transición a la democracia y el afianzamiento de la lucha por los derechos de la mujer, se ha hecho posible rescatar del olvido la memoria de aquellas que dieron lo mejor de su genialidad para dotar a nuestro patrimonio de su actual fama y reconocimiento.


 

«Las Sinsombrero»: Faltó la mitad…hasta ahora.