David
David de Miguel Ángel. Fotos historia-arte.com

“He visto un ángel en el mármol y lo he esculpido para liberarlo”

“He visto un ángel en el mármol y lo he esculpido para liberarlo”

Fue un 13 de septiembre, en el año 1501, cuando el escultor italiano Miguel Ángel comenzó a tallar el mármol que cuatro años después se convertiría en una de sus obras maestras: el David. La escultura se convirtó en símbolo del Renacimiento, de la libertad y de la belleza. 

“Ho visto un angelo nel marmo ed ho scolpito fino a liberarlo” (He visto un ángel en el mármol y lo esculpido para liberarlo). Dicen que esta frase fue la que Michelangelo Buonarroti dijo mientras esculpía una de sus mayores obras de arte, el David, más conocido como el David de Miguel Ángel. Una obra única capaz de provocar el estremecimiento, el vértigo o las palpitaciones que se han conocido como el Síndrome Stendhal. Una escultura impresionante de mármol blanco que supera los cinco metros de altura y que fue realizada entre 1501 y 1504 por uno de los artistas más universales de todos los tiempos.

Fue un encargo de la Opera del Duomo de la catedral de Santa María del Fiore de Florencia con el objetivo de representar al David bíblico justo antes de su enfrentamiento contra Goliat. El David se convirtió en una de las obras más características del Renacimiento, una de las esculturas mejor valoradas del mundo y un emblema del arte y la belleza, que hoy acoge la Galería de la Academia de Florencia, aunque hasta 1873 permaneció en la Plaza de la Señoría. Hoy en ese lugar permanece una copia mientras el verdadero se encuentra a resguardo.

Miguel Ángel tan solo tenía 26 años cuando esculpió su obra y dicen que durante meses observó sin actuar, pensando en su cabeza cómo crear la escultura que marcaría la historia del arte. Liberaba el mármol para convertirse en arte, solía reconocer el artista. Tras cuatro años de trabajo la obra mereció la pena y halló el respaldo del público. El David fue más allá de ser una escultura religiosa para convertirse en un emblema político, en símbolo de la libertad y de la belelza. La desnudez de la obra, que también fue llevada a debate, simboliza además la unión del hombre con la naturaleza, el origen de todo.

Se calcula que cada año una media de ocho millones de personas visitan la  Galería de la Academia de Florencia con el único objetivo de detenerse a contemplar in situ los detalles de esta obra de arte. “Si la gente supiera lo duro que llegúe a trabajar para tener esta maestría en la escultura, esto no parecería tan maravilloso después de todo”, dicen que reconoció el propio Miguel Ángel. Y es que aunque desde lejos la obra impresiona por su voluminosidad y su belleza, los detalles vistos desde cerca también son impresionantes, ya que el artista quiso recrear y detenerse en cada pliego de la piel. La obra se convirtió por lo tanto en un homenaje a la geografía humana, una entrega a la anatomía del hombre.

Fue precisamente un 13 de septiembre como hoy cuando Miguel Ángel, arquitecto, escultor, pintor, pero sobre todo artista, comenzó a trabajar en el bloque de mármol de Carrara que acabaría siendo el David. Y, efectivamente, el mármol quedo liberado y el arte lo envolvió todo, cobrando vida. 

“He visto un ángel en el mármol y lo he esculpido para liberarlo”