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Joaquín Sabina cumple 72 años. Foto: Jorge Cotallo.

Sabina, el eterno cantador de historias: ¡Feliz 72 cumpleaños, maestro!

Sabina, el eterno cantador de historias: ¡Feliz 72 cumpleaños, maestro!

Joaquín Sabina, con su mala salud de hierro y sus canciones directas a donde más escuece, cumple hoy, 12 de febrero, 72 años. El maestro nos enseña que la vida es ahora y que, acurrucados en la poesía, la vida rima más, y es más bella.  

A Joaquín Sabina uno (o una, en mi caso) siempre le felicita el cumpleaños como si fuera el último. Con sus conciertos pasa igual. Se viven como si fueran el último, con ese “por si acaso” que le persigue desde hace tantos años. Y así, con ese “Vamos al concierto de Sabina, no vaya a ser que sea el último”, una va acumulando conciertos y conciertos y conciertos del maestro.

Pero por muchos que sean, Sabina no cansa. Es como cuando a mi hijo de tres años le gusta un cuento y quiere que se lo repita en bucle, y una y otra vez me dice: “Otra vez, mamá”. Y tengo que leerle por undécima vez el mismo cuento. Sabina tiene muchos cuentos, canciones para todo un interminable confinamiento, y escucharlo, con su voz grave y azotada por la vida y los whiskies, es escuchar a un cantador de historias que te habla desde el alma y la entrepierna, desde un corazón con armadura de poeta.

Y es que bajo ese personaje de Marqués de Bradomín se esconde un hombre absolutísimamente culto, que iba para profesor de literatura hasta que la música y la rebeldía se cruzaron en su camino, provocándole un disgusto a su padre el comisario, pero una gran alegría al resto de los mortales del mundo, que gracias a su frustrada carrera de enseñante, nos ganamos un poeta, un músico, un compañero en la vida, en carreteras con la música en el coche y en las noches sin sueño.

En esas carreteras, cuando era muy niña, mi madre y mi padre ponían en bucle en el 'cassette' del Ford Fiesta la canción de ‘Pacto entre caballeros’, y mi hermano y yo gritábamos ‘Mucha, mucha policía’. Podíamos haberlo odiado de tanto que lo escuchamos en la niñez y en la adolescencia (mis padres eran -y son- muy 'sabineros', y muy de toda esa pandilla, y ya con solo tres años me llevaron a un concierto de Migue Ríos: otro que, por cierto, lleva “jubilándose” una década y siempre es también su último concierto). El caso es que, en lugar de hastiarnos, le cogimos el truquillo y lo acabamos, como mis padres, amando.

Así, con la edad, seguí en primera fila acudiendo a conciertos. Y podría ponerme cursi y decir que los besos que di me sabían igual que en sus canciones, o que descubrí, con él de fondo, que el amor cuando no muere mata porque amores que matan nunca mueren. Pero lo cierto es que Sabina, más allá de decorar con sus versos mi habitación de estudiante de Filología Hispánica, o de ponerle palabras a mis emociones, se convirtió en algo más. Sabina es el fiel compañero que está ahí, siempre para dar con la frase exacta, con la respuesta que necesitas, con el verso que tu vida requiere para encontrar el camino adecuado.

Joaquín Sabina, poco amante de las nuevas tecnologías, no usa las redes sociales, según él alardea de contar en entrevistas. Pero hay varios perfiles sobre él en internet. En uno de ellos (desconozco si se lo llevará prensa, su mujer o es ajeno) publicaban hoy un poema que comenzaba así: “El crepúsculo va con retraso, / destiñendo la sal de la vida, vivo en un callejón sin salida, / hace tiempo que no me hago caso. (...) Partiré sin cumplir mi condena, / pensaré que mereció la pena y, si tiene paciencia el destino, / sin hacerle al espejo un reproche / le daré la razón a la noche / y abriré otra botella de vino”.

Desconozco si la vida nos permitirá disfrutar de nuevas canciones, de más conciertos, de más directos del maestro... Desconozco si llegaremos (él o yo) al siguiente cumpleaños. Pero, si algo nos ha enseñado Sabina es que debemos disfrutar del ahora (Ahora que nos besamos tan despacio, Ahora que te desnudo y me desnudas, Ahora que tengo un alma que no tenía, Ahora que está tan sola la soledad...) porque el mañana igual es tarde. Así que desde este ahora animo a quien no lo haya hecho antes (¿aún queda alguien?) a adentrarse en los sonetos, los versos, las canciones, del poeta, del cantador de historias, del juglar, del personaje, del hombre... A enfrascarse en su vida y en su música, en su voz rota y en sus canciones; en sus palabras, que son punzadas de amor y desamor, de vida. Y mucha vida, maestro. ¡Feliz cumpleaños!

Sabina, el eterno cantador de historias: ¡Feliz 72 cumpleaños, maestro!