Hacer uso de la ciencia poniéndola al servicio de las sociedades y sus habitantes. Bajo ese objetivo se conmemora el 10 de noviembre el ‘Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo’. Una jornada que se pone en marcha a raíz de que en 1999, en el seno de la Conferencia Mundial sobre la ciencia celebrada en Budapest (Hungría), se pusiera en valor que la ciencia debe ayudar a conseguir  un mundo mejor.

Sin embargo no fue hasta 2001, cuando con el objetivo de renovar este compromiso a nivel mundial, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), estableció que sería el 10 de noviembre en que se celebraría esta jornada, abriendo así además la Semana Internacional de la Ciencia y la Paz, que se viene celebrando desde 1986, cuando se observó el Año Internacional de la Paz.

Se trata de alejar la idea de que la ciencia es algo externo a nosotros para entender que la ciencia está en cada una de las acciones que realizamos continuamente. Por ello, desde aquella reunión de 1999, que fue impulsada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y por el Consejo Internacional para la Ciencia (ICSU), se buscan tres objetivos: “Ciencia al servicio del conocimiento: el conocimiento al servicio del progreso. La ciencia al servicio de la paz y el desarrollo. La Ciencia en la sociedad y la ciencia para la sociedad”.

Y es que se busca cubrir con la ciencia algunas de las necesidades actuales, como el cuidado del medio ambiente, el desarrollo sostenible, la enseñanza científica, y la necesidad de paz a través de la solución de conflictos.

Semana de la Ciencia

A lo largo de toda esta primera quincena de noviembre se está celebrando además la Semana de la Ciencia y la Tecnología, en la que participa activamente el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas). Se trata de un evento destinado a la divulgación científica, con el objetivo de “acercar la ciencia al público de todas las edades, estimular el gusto por el saber científico e incentivar la participación de los ciudadanos en cuestiones científicas mediante la realización de actividades de divulgación en museos, universidades, centros de investigación, parques tecnológicos, etcétera”.

De este modo se hacen actividades como 'La ciencia del bosque', que estudia cómo nos puede ayudar el campo magnético de la tierra a orientarnos o cómo influye la química en el color del bosque.

El estudio de la vulcanología, muy en primera plana a consecuencia del volcán de La Palma que sigue activo, está siendo también uno de los ejes centrales de las actividades de la Semana de la Ciencia. Por supuesto tampoco ha faltado toda la información y actividades vinculadas al coronavirus.