“Las vacunas se están utilizando para implantar microchips”. ¿Has escuchado esta afirmación en algún momento desde que comenzó la pandemia? El 53 % de las personas a las que se les ha preguntado han dicho que sí. ¿Y que las vacunas de ARN mensajero modifican nuestro ADN?- Un 35 % también. Como estos, muchos otros mitos han circulado en estos más de dos años de pandemia del COVID-19. Bulos que han ido calando, de un modo u otro, en una sociedad que, cuando saltó la noticia de la COVID-19 se mostró ávida de información pero con pocos datos para contratar resultados. El mundo de las vacunas fue uno de los más afectados.

“Las vacunas tienen grafeno y atraen los metales”. “Algunas vacunas causan infertilidad”. “Es peligroso vacunarse en el embarazo”. “Algunas vacunas dañan el sistema inmune de los niños”. “Las vacunas provocan autismo”. “Para fabricar vacunas se usan células de fetos abortados”. “Las vacunas contienen ADN de mono, rata y cerdo”. Estos fueron concretamente los bulos más extendidos. Así se advierte de un estudio realizado por #SaludSinBulos y Doctoralia, en colaboración con la Asociación Española de Vacunología (AEV). Este ‘I Estudio sobre Bulos en Vacunas’ nace con el objetivo “de determinar cuál es el impacto de las fake news en la percepción de los ciudadanos sobre las vacunas”.

Para ello, se realizó una encuesta online entre 1176 pacientes de toda España. Los resultados dejaron algunas conclusiones interesantes como que whatsapp fue la principal vía de transmisión, ya que los mensajes llegaban de familiares o amigos a los que les tenemos confianza, sin saber que también ellos mismos estaban siendo engañados.

Repercusión en las consultas

Pero los bulos no se quedan en el ámbito doméstico sino que están afectando al desarrollo y calidad del Sistema Sanitario. “Los bulos son una realidad cada día más presente en las consultas de los especialistas. Estos bulos tienen un gran impacto, y en muchas ocasiones llegan a viralizarse provocando grandes efectos colaterales”, explica el estudio.

En el caso de las vacunas, “la difusión de información falsa puede retrasar la inmunización, e incluso reducir las tasas de vacunación”. Además de incidir negativamente en las tasas de vacunación afecta a la calidad asistencial, puesto que los especialistas sanitarios están teniendo que destinar gran parte de su tiempo de consulta a resolver dudas en los pacientes, acontecidas a raíz de escuchar estos bulos.

En concreto, uno de cada tres pacientes afirma que ha transmitido sus dudas a su especialista y muchas de estas consultas estaban relacionadas con la seguridad y eficacia de las vacunas. Eso sí, el 69 % de los pacientes que contaron sus preocupaciones e interrogantes a su médico asegura que todas las cuestiones planteadas le fueron resueltas.

Los pacientes tienen una gran confianza en sus sanitarios, sin embargo, solo en el último año, un 56 % de los encuestados ha buscado información sobre vacunas en internet. Ante estos datos, los especialistas recomiendan acudir siempre a fuentes fiables y contratar todo mensaje que recibamos.