LUCIA
LUCIA

Lucía Prieto: “Nuestra intensidad de trabajo no podía disminuir, porque el virus nos pillaba. Solo tengo palabras de orgullo para el equipo”.

Lucía Prieto: “Nuestra intensidad de trabajo no podía disminuir, porque el virus nos pillaba. Solo tengo palabras de orgullo para el equipo”.
Lucía Prieto es la mujer del año para el jurado del Premio María de Eza por su compromiso en la lucha contra la pandemia actual. Su trabajo como enfermera en la residencia Nuestra Señora de África la ha puesto en el frente de población más vulnerable, con quienes permaneció los 33 días de aislamiento para dedicarse por entero al cuidado de los contagiados. Su dedicación, así como la de sus compañeros sanitarios, no ha pasado desapercibida y la ha hecho merecedora de este reconocimiento.

Eres DUE en la residencia de mayores y docente en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Granada, ambas profesiones muy vocacionales. ¿Qué valoras más en la formación de futuros sanitarios?

Lo considero fundamental. No concibo la enfermería sin la formación de futuros enfermeros y enfermeras. La carrera de Enfermería tiene que nutrirse obligatoriamente de un colectivo de profesionales que estemos en activo y que podamos aportar a la Universidad de Granada la realidad que la sociedad demanda para formar futuros profesionales de enfermería acorde a la necesidad que hay. También es una forma de que la Universidad le devuelva a la sociedad, con la formación de profesionales de calidad, el esfuerzo que la sociedad ha hecho por la Universidad y la formación. No concibo la progresión de ninguna disciplina sin cuidar el futuro de la profesión y la formación de las nuevas generaciones. A mí me trataron muy bien, mi formación fue muy exquisita. Soy consciente de ello tiempo después. Me envenené con el veneno de la docencia precisamente por eso, He tenido unos maestros que hoy siguen siendo maestros míos. He aprendido muchísimo de ellos, no solo aspectos técnicos, sino también aspectos humanitarios. Me hicieron ver desde muy pronto la importancia de la Universidad en la enfermería y de la importancia de la formación del futuro, del mimo en el cuidado de los futuros profesionales. Yo creo que compatibilizar la docencia y la asistencia en algunas profesiones y carreras como la de enfermería es crucial para que los futuros profesionales sean reales y adaptados a lo que la sociedad necesita.

¿Para qué parte del trabajo no te puede preparar la Universidad?

La Universidad no te forma para todo, pero te forma para lo importante, que es tener capacidad suficiente para solucionar problemas. Saber dónde encontrar y a qué recurrir para solucionar los problemas que se van presentando. La cultura universitaria, más que enseñártelo todo, te enseña cómo mantenerte al día, la importancia de estar actualizado y la importancia de encontrar cómo solventar los problemas. Yo creo que eso es la fortaleza de la Universidad. Uno no sale formado para todo, pero sí sale con la consciencia de la importancia de la formación continua, la actualización de los datos, de recurrir a la ciencia, de hacer enfermería basada en la evidencia. Eso es lo más importante que la Universidad enseña, a caminar solo.

Gracias a esta forma de pensar, en la residencia os habéis adelantado a posibles panoramas de la pandemia y no hay fallecidos que lamentar.

No ha sido sencillo pero nosotros ha sido todo “por si acaso”, “por si acaso”, siempre “por si acaso” planificamos todo. En un periodo de tiempo muy corto, porque la evolución y progresión del virus iba muy rápido, vimos que, si no seguíamos ese ritmo de intensidad de trabajo, nos pillaba. Hemos estado estudiando mucho, leyendo absolutamente todo lo que se publicaba en cualquier sitio del mundo en donde estaban sufriendo la pandemia antes que nosotros, en relación a cualquier tipo de experiencia.  Hemos leído comunicaciones científicas, publicaciones, revisadas por pares, sin revisar por pares, prepublicaciones de artículos académicos… Hemos leído todo lo que se publicaba en relación a esto. Hemos hablado con compañeros que estaban en primera línea. Hemos ido triangulando la información de compañeros en todas partes del mundo y la experiencia de cada sitio y eso también ha sido muy positivo. Hemos estudiado muchísimo para poder ir por delante, para poder planificar. Una de las cosas que hemos tenido siempre muy claro es que no le íbamos hacer concesiones al virus. No las vamos a hacer. Es un virus respiratorio. Le gusta bailar con nosotros y vamos a ponérselo difícil, lo más difícil que podamos, haciendo bien el trabajo. 

La población en general se ha adaptado a esta nueva forma de vivir. Tú has ayudado a establecer los protocolos de seguridad y prevención en la residencia. ¿En qué os habéis centrado más?

Esta es una pregunta difícil de responder. No es dónde nos hemos centrado. Cuando tú tienes que difundir un mensaje a quien sea lo primero que tienes que diseñar es la  campaña de comunicación que quieres llevar. En relación al virus, la campaña de comunicación puede adoptar distintas formas. Una es mostrar la crudeza del virus. Hay algunas comunidades que han optado por esta. Madrid, por ejemplo, ha mostrado la crudeza del virus y ha puesto eslóganes de difusión muy duros. En otros sitios se ha optado por campañas de comunicación más suaves y positivas, enfocadas no tanto al virus sino a la persona. A priori cualquier campaña de comunicación me parece un éxito. Creo que las campañas han calado en la gente. No creo que sea justo que, porque un grupo pequeño de la población no esté siendo todo lo responsable que se necesita en este momento, podamos generalizar. Creo que la población está siendo muy responsable y ha calado bien lo que le hemos contado. Al principio con la incertidumbre propia de esto, porque es una situación que no te quieres creer. Pero  luego, en general, la gente ha sido muy responsable y ha calado el mensaje. 

¿Con las medidas adoptadas, el panorama es optimista? 
Tengo la sensación de que estamos siendo un poco triunfalistas antes de tiempo. Creo que hay que seguir sin hacerle concesiones la virus porque la guerra no está ganada. En cuanto le demos concesiones otra vez, otra vez nos monta una fiesta. No hay que relajarse en las medidas que sabemos que funcionan porque pagamos una entrada muy alta en la fiesta, la pérdida de un montón de personas. Cada fiesta que le concedamos nos cuesta un fallecimiento. Eso es durísimo. Una familia a la que el coronavirus le ha quitado un familiar cuando no era su momento. Nos ponemos contentos con las cifras hay que ser optimistas pero sin hacer concesiones ni relajarnos.

En la residencia has visto una cara de la pandemia que los demás no han podido, porque estuvisteis confinados durante más de un mes. ¿Qué has vivido aquí que te ha dejado huella?
Tres cosas grandes: la generosidad de las familias al confiar en nosotros para que nos hagamos cargo de cuidar algo que valoran muchísimo, que son sus familiares mayores, en una situación tan difícil. La bravura y coraje de los mayores peleando, que ha sido terrible, y la solidez de los equipos de trabajo. Yo solo tengo palabras de orgullo cuando hablo del equipo de trabajo de los que formamos la residencia de Nuestra señora de África. Me consta que también ha pasado en las demás, pero yo tengo experiencia directa de la mía. Son los tres pilares fundamentales. Ha sido un equipo de gente madura, emocionalmente estable, que teníamos claro que el coronavirus era el enemigo al que no le íbamos a hacer concesiones. Tenemos un grupo de mayores que sabían que eran muy vulnerables y le han plantado cara. Y las familias que incondicionalmente han confiado en nosotros algo que para ellos es muy valioso. Yo creo que esto es lo más llamativo. No es fácil que todos estos planetas se alíen y vayan en la misma línea pero cuando estas cosas pasan, los resultados están más cerca de ser buenos que de no serlo. 

¿Qué deberíamos aprender de los mayores que están enfrentándose a esta situación?
A vivir el presente. Ellos han vivido el presente. Ha habido momentos malos en los que querían salir a la calle. Por ejemplo, a los positivos que no se han sentido enfermos les costaba trabajo entender porqué estaban aislados. La mínima relación que tenían con otros residentes en sus habitaciones fuera del aislamiento, no la tenían ahora. Era difícil y, sobre todo, muchos días. El que menos ha sido dos semanas. Ellos viven a corto plazo. Viven el pasado cuando es positivo y miran el futuro, pero de otra manera. Hoy es el día que tenemos, hoy es el día que intentamos estar lo mejor que podamos, y mañana será otro día.

¿Qué han visto para nominarte como para decidir que eras candidata al premio María de Eza de este año?
Es que no lo sé. No tenía ninguna noticia, ni sospecha, ni rumor, ni comentario ni nada que me hiciera pensar que pudiera ser nominada a nada. No tengo ni idea. Por qué este reconocimiento ha recaído en el personal sanitario lo tengo clarísimo, por qué en mi persona, no lo sé. Creo que es un reconocimiento a muchas personas que han dado un paso adelante cuando hacía falta, cada uno dentro de su ámbito y sus posibilidades, cada uno con sus limitaciones. Esto es un suma de muchos pequeños pasitos adelante. Ahora, por qué Lucía Prieto, no sé, pero estoy tremendamente agradecida. Es un orgullo e intentaré estar a la altura de lo que el premio representa. Intentaré seguir haciendo bien mi trabajo todos los días. No tengo la sensación de que me lo merezca más ni menos que nadie. 

 ¿Qué crees que se debería cambiar en nuestra forma de ver y en la difusión en los medios sobre la situación actual? 
Creo que deberíamos dejar ser tan críticos con lo que hacemos mal. Hay muchas cosas que hacemos mal todos. Hay que ser críticos con moderación. Las críticas tienen que venir acompañadas de soluciones. Me gustaría que se hicieran críticas constructivas y que se reseñase cuando las cosas se hacen bien. Aunque no lo parezca, recibir un apoyo, no un premio tan grande como este, pero un reconocimiento en un momento dado, una mirada, una palmada en la espalda simbólica, reseñar lo positivo, lo que se está haciendo bien, también es conveniente. Me gustaría que las noticias no fueran solo lo negativo o lo mal que se están haciendo las cosas y que nos paremos de vez en cuando en los aspectos positivos de lo que se está haciendo bien. 

Lucía Prieto: “Nuestra intensidad de trabajo no podía disminuir, porque el virus nos pillaba. Solo tengo palabras de orgullo para el equipo”.