Arturo Fuentes Cabrera
Arturo Fuentes Cabrera

No hay Semana Santa

No hay Semana Santa

A mis Hermandades.

 

Esta Semana Santa sin Semana Santa, nos golpea más fuerte que la anterior. Hemos pasado de una Semana Santa en casa, a una Semana Santa sin cofradías en la Calle, pero en la calle. Y, permítanme la reiteración, pero esta Semana Santa, no hay Semana Santa.

Al menos la que yo conozco, la que heredé de mis abuelos. Aquel legado que permanece en el aire de los tiempos e irrumpe cada primavera en busca de su protagonismo. La herencia que nos legaron como testimonio de Fe, de Cristo vivo y muerto por las calles, de una Madre que llora por el martirio divino.

No hay Semana Santa, porque esta tarde no se abrirán las puertas de la Gloria en la Capilla de la Palma. No la hay porque las bandas, este Domingo de Ramos, no van a alcanzar ese llano como Moisés subió al monte para encontrarse con Yaveh. No hay Semana Santa porque no habrá nubes de incienso creando el halo del Misterio de nuestra Fe. No la hay porque no vamos a ver costaleros buscar el hueco de su relevo para tocar el cielo con las manos, mientras vuelven al Dulce a la mirada protectora de la Virgen de África.

No hay Semana Santa porque, en el camino al Calvario, Jesús no podrá encontrase con María. Llenos de Esperanza, si, así seguimos, pero sin Semana Santa. Y no se escuchará por la calle aquello de “al rico pirulí”. No la hay porque no veremos capirotes cruzar las calles en busca de su templo. No la hay porque, mi mujer, no me dirá aquello de: “relájate un poco, ¿no?, chiquillo, tranquilo, que te va a dar algo”.

¿Sabes, además, por qué no hay Semana Santa? Porque el callejón de la Caridad no se va a llenar hasta decir basta. No la hay porque no vamos a compartir las torrijas mientras, en la calle, el bullicio se hace cofradía. No la hay porque no veré a mis sobrinos vestir los mismos colores que mi hábito del miércoles. No la hay porque no tenemos que estar preocupados mirando al cielo. ¡Bendita preocupación!

No hay Semana Santa porque habrá niños, jóvenes, que no estrenarán la felicidad de vestir su túnica de monaguillo por primera vez para enjugar las Penas de María. No hay Semana Santa porque, en mi casa, las túnicas no cuelgan planchadas del pestillo de algún armario. No la hay, porque mi madre, no me va a dar ese beso antes de cada Estación de Penitencia, su bendición, mi amuleto.

No hay Semana Santa porque, el Silencio, no calmará el runrún de nuestras conciencias. No la hay porque no se abrirá esa puerta del final del callejón para recordarnos aquello de que por la Cruz se llega a la Luz, mientras el Señor muere por redimirnos de nuestros pecados. No hay Semana Santa, porque no veré a mi padre vestir de negro al filo del Viernes Santo. No la hay porque no vamos a volver a casa de madrugada, cansados, y vamos a buscar corriendo esa redifusión para ver como ha estado nuestra Cofradía en la calle.

No hay Semana Santa porque esta no va a ser la excusa para encontrarnos con los nuestros. No la hay porque no veremos a los fotógrafos buscar la mejor esquina, el mejor ángulo, la mejor imagen. Porque, al volver a casa, no nos dolerán los pies. No la hay, porque casi se nos ha olvidado, eso de estrenar algo hoy.

Muchos dirán que hay Semana Santa, apoyándose en un discurso de fe interior para, el que todos, los cofrades más que nadie, ya estamos preparados. Pero esto va más allá de lo que pasa en las cuatro paredes de un templo. Los cofrades estamos preparados para esto y mucho más. Pero necesitamos a Dios por las calles, porque hemos venido a este mundo a dar testimonio de su fe a través de nuestras Hermandades. Porque no entendemos que, a media tarde, no vaya a salir la Pollinica, ni que el Domingo siguiente, lo veamos resucitar desde la acera.

No hay Semana Santa, al menos la que yo vivo, la que yo entiendo, la Semana Santa de los míos, de mi casa, de mis amigos, de mi ser y de mi existencia. No hay Semana Santa, porque mi ciudad, los míos, los cofrades, no concebimos una Semana de Pasión sin que Dios venga a vernos, y María sea de nuevo nuestro consuelo eterno. Por todo ello, tendremos que seguir esperando para poder vivir con plenitud esta semana. Porque no, no hay Semana Santa.

Arturo Fuentes Cabrera

No hay Semana Santa